Testimonio
Escribo
esto a modo testimonio y manifiesto, desde la lejanía le entrego esto a mis
compañeras para que sea usado según su criterio, el cuál tengo la certeza
absoluta que será con los fines que las conforman, feminismo, sororidad y una
intensa pasión por un cambio hacia una sociedad mas justa, más libre, es decir,
más feminista.
¿Cómo
comenzar tal relato? ¿Desde donde viene el abuso? Acaso desde la situación
misma ocurrida donde yo y mi compañera fuimos vulneradas?
¿Fue
después al enfrentarnos cara a cara a justificaciones “razonables” donde la
borrachera y la falta de recuerdos nítidos eran los culpables de la situación?
O
fue antes de eso? Ahí justo al exponernos a aquella experiencia?
Debo
ser honesta al decir que le bajé el perfil a la situación, durante mi vida han
sucedido cosas bastante desagradables, las cuales han sido motor de acción para
exponerme a mi misma al desencanto y la desprotección absoluta.
Cuando
me levanté esa mañana, con una extraña resaca, bastante liviana la verdad, noté
inmediatamente mi desnudez. Cosa extraña, ya que siempre suelo dormir con ropa
y en ese período donde estaba prácticamente viviendo con mi compañera la
situación era aún mas descolocada.
A mi
lado estaba ella y al lado de ella el otro compañero. Yo era la única desnuda.
Y no tenía recuerdo alguno.
A lo
largo de mi vida he aprendido a “hacerme
bolita”, mi cuerpo por protección inconsciente se queda en posición fetal y me
tenso. Aquelles que me conocen saben lo difícil que es, 1- despertarme, 2-
moverme. simplemente me petrifico
Cuando
le pregunté a ambos seres humanos a mi lado ¿qué había ocurrido? Ya que mi
cerebro se apagó bastante lejos incluso de pensar en que la situación podía
siquiera acercarse a lo que ahora contemplaba con mis ojos y mi cuerpo.
Mi
compañera recordaba poco, pero estaba asustada. Sabia que iba a ocurrir una
revelación y el otro compañero a penas si menciono algo.
Que
fue entonces lo que supe.
En
una reunión de escabio con estudiantes varios de la UNA audiovisuales, se
bebía, se charlaba se reía, luego negro. despierto.
mi
compañera me cuenta que Manuel Zeruffo (hasta ese día no sabia su nombre)
incitó los comportamientos sexuales, que abusó de ella, que intentó abusar de
mi, yo me hice bolita, me desnudó y se masturbó encima de mi, eyaculó en mi
espalda dormida. y se fue de la casa.
Al
otro día, el compañero que también estaba presente nos dice que Zeruffo no
había echo nada, ya que le dijo “mal ahí que no pintó”.
dejo
eso a su criterio.
Cuando
hice público el relato, me sentía con la total responsabilidad, escabiando otra
vez, por supuesto que algo así iba a pasar, me expuse. no debería haber tomado
esa ultima copa de vino. no debí haberme dormido, no debí salir de mi casa, no
debí nacer mujer si quería vivir la bohemia. me lo merezco. pensé.
Una
compañera, hermosa y poderosa, me miró y me dijo palabras que se me grabaron
con fuego en el cuerpo, nunca lo vi tan claro, nunca me vi tan clara, nunca me
sentí en una situación así, con oportunidades sobre mi misma.
Me
miró y dijo con una voz segura y eterna.
-una cosa es que te odies a ti misma. Que te
expongas, te trates mal, no te cuides, ni siquiera tener autoestima, pero eso
es un problema tuyo, no por eso puede venir otro a hacerte daño, a vulnerarte,
a aumentar tu propio flagelo. Dañarte.
Fue
ahí cuando comprendí otras de las grandes desigualdades de género.
El
derecho a la autodestrucción.
Todo
esto puede ser un tanto polémico, por lo que pido un criterio amplio y empatía
al leer/escuchar esto.
Las
mujeres no solo hemos vivido un toque de queda desde tiempos inmemorables.
Quien dude de eso, es cosa de pensar en mujeres en la calle pasadas las 12 de
la noche, cual cenicientas; siempre es
peligroso. Es una de las razones que más usan los medios y la vox populis para
comenzar el relato de una violación, secuestro, femicidio.
La violación a ese toque de queda no
reconocido universalmente que vivimos las mujeres, es castigado.
Ahora,
qué ocurre con la autodestrucción, la bohemia, la juerga y jarana. Otras cosas
no permitidas (para no ir al extremo de la palabra prohibida) para mujeres. Al
realizarlas, inmediatamente la mujer se expone al peligro. Ya sea en reputación
como en términos puramente vitales.
El
hombre vagabundo, borracho, demente, bohemio, angustiado, ahogado en alcohol,
marginado, doliente, sometido y explotado es parte de un paisaje y está seguro
en él.
Sin
caer en la lógica primaria de “ellos también sufren violencia” quiero que
piensen el algo más trascendente. La lucha de clases.
Este
ente marginado es parte y miembro de la lucha de clases.
La
mujer en estas condiciones, ni siquiera existe.
Y si
decidimos aparecer y si decidimos alienarnos, molestarnos, emborracharnos,
cabrearnos y olvidar, debemos ser castigadas y como todo castigo hacia nosotras
seremos humilladas y vejadas sexualmente. Y será nuestra culpa. Mi culpa. la de
mi compañera, la de la que se le ocurrió comprar la siguiente botella de vino e
irse sola en bondi a casa.
La
de esa, que no se fue a su casa después, sino que sola se metió en un bar a
bailar porque le pintó irse a la mierda.
Esa
que se quedó después que todas las demás se fueron porque aún no se acababa la
birra y no solo eso, sino que compró otra.
Aquella
que se queda bailando en la disco porque se hizo amigos del alma en esa fiesta
y se niega a perderse una canción.
La
otra que disfruta caminar 20 cuadras en la noche divagando historias.
Esa
que soy yo. esa que somos muchas. y no queremos que otro nos castigue.
Para eso ya está el sistema neoliberal.
Con
la llegada de las industrias, la acumulación de capital, la expropiación de las
tierras y el castigo por la propiedad privada. La mujer comienza a ser
perseguida con la ayuda incondicional de la iglesia la que se encargó de
destinarnos a la categoría de propiedad y subordinación “no desearas a la mujer
de tu prójimo” “obedecerás y parirás con dolor”, millones de etcéteras. ¿qué
hay detrás de eso?
La
mujer resulta ser para estos grupos de nuevos burgueses, el medio de producción
de mano de obra y deciden adueñarse de ese medio de producción.
Las
mujeres no son libre de elegir, ni cómo vivir, ni cómo parir ni que compañere
elegir.
Hoy
las cosas van cambiando, decidimos decir basta!, queremos que el cuerpo sea
nuestro y por nuestro me refiero a todo lo que lo conforma, un cuerpo que no
sea castigado por sus decisiones, un cuerpo lejos de la moral religiosa,
conservadora y burguesa.
Nos
quitaron la noche, a la luna la pusieron en nuestra contra. Nos sentimos
seguras en el día, bajo la mirada del sol . La Luna, El Sol.
Quisiera
hacer un llamado a cuidarnos entre nosotras, protegernos. Pero no solo quiero
eso, quiero que nos reconciliemos con la noche,
que volvamos a disfrutar de la luna. de paseos nocturnos, birras en la
cuneta a las 3 de la mañana, caminatas largas al amanecer, que todos los lugares
nos sean permitidos a cualquier hora.
Revelémonos
contra el toque de queda que nos han impuesto.
Con
amor para todas ustedes y la revolución que se acerca.
Carla
Marchant Albuja

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